“No, yo no quería libertad; solamente quería una salida, a derecha, a izquierda, hacia algún lado. No tenía más pretensiones. Aunque la salida fuese sólo una trampa; la pretensión era pequeña, el engaño no sería mayor. ¡Avanzar! ¡Avanzar! Todo menos quedarse quieto con los brazos en alto, apretado contra la pared de un cajón…”. (Franz Kafka. Informe para una Academia).
De lejos, resulta una de las mejores propuestas teatrales que se hayan suscitado en Maracaibo en los últimos años. De cerca, el espectador que asusta, este viernes 13, a las seis de la tarde, al Teatro Baralt, disfrutará de una de las mejores performances actorales que la ciudad haya presenciado en esta década.
El Cronista no exagera: Informe para una Academia, la obra protagonizada por José Luis Montero y Andrés Brea, versionado y dirigida por el maese Alfredo Peñuela, constituye una pieza de lujo, dispuesta en un espacio de lujo: la hermosa, por íntima y teatral, Sala Experimental. Vengan a ver y verán.

La función de este viernes (la segunda, pues el estreno sucedió el pasado 16 de mayo, en ese mismo recinto), está enmarcada dentro de la agenda artística de la Séptima Feria del Libro de Maracaibo, Filmar 2025, que también tiene lugar en esa múltiple y multiplicada edificación cultural histórica. El arquitecto Jesús Lombardi Boscán, director del Teatro Baralt, ha hecho alarde de su vocación para dinamizar espacios y así ha reinventado el edificio que reconstruyera León Hoet, durante el siglo pasado.
Por ahora, sólo hablaré de ella…De esta inquietante obra de Kafka. Veo con nitidez a un simio que habla y razona muchísimo mejor que muchos homosapiens de la cuadra. Siento su respiración, su elan atormentado y elocuente, su corporeidad discreta intentando salvarse del cautiverio, instalándose él mismo en las obscenas sandeces del arte ligero.
Informe para una academia es un cuento del escritor checo Franz Kafka, publicado por primera vez en 1917 en la revista Der Jude. Trece años después, en 1930, un famoso médico vienés, Sigmund Freud, publicaría El malestar en la cultura. Los sabios dicen que, haber presenciado aquella inquietante representación del cuento de Kafka, incidió en buena medida en ese archifamoso discurso científico conocido como “El Malestar de la Cultura”.

La anécdota es clara: Los miembros de una Academia, suponga usted la suya, invitan al mono llamado (en el cuento original de FK), Rotpeter (Pedro El Rojo, en la lúcida versión de Alfredo Peñuela) a enviar un informe sobre su "pasado de mono", su descripción del proceso de adaptación a los humanos y su papel como imitador humano.
Suceden grandes cosas artísticas ahí en esa íntima y acogedora Sala Experimental. De pronto, se goza el placer del texto (siguiendo la terminología de Roland Barthes), independientemente
de que se tenga una competencia enciclopédica que permita reconocer cuál es el “grado cero” (sic) que lo convierte en literario, estético y bello. Es importante anotar que, por belleza, entendemos la inmanencia del objeto que se sujeta a la percepción y apreciación del que observa desde fuera del objeto mismo (en el sentido clásico de belleza, de acuerdo con los estetas del Renacimiento).
El médico y dramaturgo ruso, Anton Chejov, escribió el monólogo “Sobre el daño que causa el tabaco”, en 1886. Pocos dudan que Franz Kafka, cuando publica su Informe para una Academia, en 1917, haya tenido influencia de aquel. Ambos textos para representar contienen los mismos ingredientes: un verdadero alarde actoral para quien los representare y un tema con términos semejantes: una feroz crítica a la mediocridad y la incapacidad de la gente común para superar sus limitaciones y frustraciones. Es, de todas, todas, una pieza harto humana, en esencia.
“De todos modos, en términos generales he logrado lo que quería lograr. Que nadie diga que no valió la pena. Por lo demás, no busco el juicio de los hombres; solamente quiero difundir conocimientos. Yo solamente informo, también a ustedes, ilustres señores de la Academia, solamente les he informado.”. Así se despide Rotpeter, es decir, Pedro El Rojo. Y usted debería estar ahí, apoyando con su aplauso.
Texto: Alexis Blanco.
Fotos cortesía de José Luis Montero