La inteligencia artificial ha irrumpido en nuestras vidas con una velocidad asombrosa, esta nueva tecnología que parece haber salido de las películas de ciencia ficción nos promete eficiencia, entretenimiento y soluciones a problemas complejos.
Sin duda, todos de alguna manera hemos quedado sorprendidos y enganchados ante las capacidades de los asistentes virtuales como ChatGPT, Gemini o Copilot, por mencionar solo algunas de las herramientas más reconocidas, que se han integrado a nuestra cotidianidad.
Sin embargo, esta omnipresencia digital no está exenta de riesgos para nuestra salud mental. El uso desmedido de la IA puede desdibujar la línea entre la herramienta útil y la dependencia perjudicial, generando consecuencias psicológicas significativas.
Casos
Medios estadounidenses como The Rolling Stones han informado acerca de preocupantes casos donde la interacción desmedida con Chatbots ha llevado a las personas a cruzar una línea entre lo digital y lo delirante. Algunos creyéndose elegidos por la IA, recibiendo misiones sagradas mientras conversan con “ChatGPT Jesús” o asegurando que el modelo es, en efecto, Dios.
Así van multiplicándose los testimonios, como el de una mujer de 38 años de edad en Idaho, que relata como su esposo comenzó a resolver problemas laborales con la IA, para luego obsesionarse, al punto de creer que el chat es un ser humano e incluso le ha puesto un nombre.
Uno de los casos más sonados recientemente, publicado por The New York Times, fue el de un adolescente en Florida que con tan solo 14 años se suicidó, luego de pasar meses chateando con un personaje virtual que él mismo creó y con el que desarrolló un vínculo emocional. Sewel comenzó a aislarse, dejó de hacer sus actividades y perdió interés por el mundo exterior. Se enamoró de la IA y sus chats dejaron entrever que la fatal decisión apuntó a buscar una forma de “irse de este mundo con su compañera digital”.
Según nos comentó la psicóloga Yadira Hidalgo Flores, egresada de la UCV y profesora de la UBV: “La inteligencia artificial es una herramienta poderosa y valiosa, pero exagerar o exacerbar su uso puede traer limitaciones (…) Siempre debemos tomar en cuenta que no es un ser humano, es una máquina y sus respuestas no siempre son acertadas”.
Riesgos y efectos
Una de las principales preocupaciones, sobre todo de padres de adolescentes, radica en el desarrollo de una dependencia psicológica. Muchos manifiestan que sus hijos son adictos a estas nuevas tecnologías, a las pantallas y que se aíslan socialmente porque prefieren la compañía de la IA.
Esta necesidad de consultar a la IA ante cualquier duda, buscar constantemente la validación o la compañía virtual, puede desplazar las interacciones humanas reales y fundamentales para el bienestar emocional. La sensación de conexión que pueden ofrecer estos chatbots conversacionales o plataformas de interacción puede generar un ciclo de refuerzo que conduce a su uso compulsivo.
“Todo en exceso hace daño, si se toma la dependencia de esta herramienta, te limitas y te aíslas como persona, ya que solo te comunicas con el programa y la asumes como un ser humano y eso no es la realidad (…) Hay personas más sugestionables que otras y que además pueden tener ciertos rasgos patológicos que reforzarían el hecho de humanizar estos programas y engancharse con ellos, reforzando un aislamiento social”, puntualizó la psicóloga Hidalgo Flores.
Si bien la IA puede ofrecer una sensación superficial de compañía, no es un ser humano, carece de empatía, reciprocidad y la profundidad de las relaciones humanas genuinas. Sustituir amigos, familiares o parejas por interacciones con entidades algorítmicas puede afectar severamente las habilidades sociales y aumentar la sensación de desconexión del mundo real.
Otro efecto preocupante es el deterioro del pensamiento crítico y la autonomía. La IA está diseñada para ofrecer respuestas rápidas y soluciones prefabricadas, por lo que puede disminuir la capacidad del ser humano para analizar información de manera independiente, resolver problemas y tomar decisiones autónomas. La delegación excesiva de nuestras funciones a la IA puede llevarnos a una pereza mental y a una disminución progresiva de nuestras habilidades cognitivas.
La inteligencia artificial es una herramienta poderosa y beneficiosa. Sin embargo, como cualquier tecnología, su uso desmedido puede tener consecuencias negativas para nuestra salud mental. La clave es priorizar las conexiones humanas reales, establecer límites saludables y mantener una perspectiva que permita aprovechar sus beneficios, sin sucumbir a sus posibles efectos perjudiciales.
¿Cómo evitar la adicción?
- Establecer límites de tiempo. Define horarios para interactuar con la IA y respétalos.
- Priorizar la interacción humana. Haz un esfuerzo por pasar tiempo de calidad con amigos, familiares y seres queridos.
- Fomentar el pensamiento crítico. No te conformes solo con la información proporcionada por la inteligencia artificial. Investiga, compara fuentes y forma tus propias opiniones.
- Desconectar activamente. Dedica tiempo a actividades offline que te apasionen, como: leer, practicar deportes, etc.
- Educarse sobre los riesgos. Comprender las consecuencias negativas del uso desmedido de la IA es el primer paso para prevenirlas.
- Buscar ayuda profesional. Si sientes ansiedad cuando no usas la IA o priorizas el mundo virtual sobre el real, no dudes en buscar apoyo de un psicólogo o terapeuta.
Noticia al Día / EFE