Era un domingo a las tres de la tarde. El sol y la temperatura estaban en su punto más alto, sin embargo, era la hora perfecta para ordeñar las vacas. A lo lejos se ve a una persona con una vara arreándolas para que todas entren al corral.
A pesar del mal olor que se percibía aún se podía respirar un poco el aire puro que había en la finca.
Pasa la primera vaca, el señor empieza a buscar a un becerro, cuando lo halla le amarra sus patas con un mecate junto a las de una vaca y entonces surge la pregunta: ¿Para qué le amarran el becerro? a lo que el ordeñador responde: "Es para que el animal suelte la leche más fácil", una acción bastante interesante, pero que si bien, tiene como objetivo hacer que la vaca se sienta más tranquila y no se estrese.

Luego del amarre, el ordeñador se sienta en un banquito, y con sus manos realiza movimientos rápidos, firmes, pero sobretodo delicados para extraer la leche que cae en un recipiente hondo.
Y así hacen con cada una de ellas. El tiempo completo de ordeño dura entre 5 y 10 minutos por vaca.
En promedio, las vacas lecheras se ordeñan dos o tres veces al día. La frecuencia de ordeño puede variar dependiendo de factores como la raza de la vaca, la etapa de lactancia y las prácticas de manejo en la granja. En algunos casos, las vacas pueden ordeñarse solo una vez al día, especialmente en sistemas de producción tradicional.

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